Teorías cognitivas y juegos en Educación Primaria como clave del aprendizaje activo

En el ámbito de la Educación Primaria, el uso de juegos como estrategia didáctica ha cobrado especial relevancia gracias a los aportes de las teorías cognitivas del aprendizaje. Estas teorías, desarrolladas por autores como Jean Piaget y Albert Bandura, han permitido comprender cómo los procesos mentales del niño influyen directamente en la adquisición del conocimiento, y cómo las actividades lúdicas pueden ser un medio privilegiado para favorecer el desarrollo cognitivo en esta etapa escolar.
El papel de los procesos cognitivos en la infancia
Los procesos cognitivos son aquellos mecanismos internos mediante los cuales los individuos perciben, interpretan, almacenan y utilizan la información. En la infancia, estos procesos, como son la atención, la memoria, el razonamiento o la resolución de problemas, están en constante evolución, y son especialmente sensibles a las experiencias educativas significativas. Desde esta perspectiva, los juegos no son meras herramientas recreativas, sino vehículos pedagógicos que estimulan estructuras cognitivas cada vez más complejas.
Jean Piaget y el desarrollo cognitivo
Jean Piaget, una de las figuras más influyentes en la psicología del desarrollo, propuso la teoría del desarrollo cognitivo, según la cual el pensamiento infantil evoluciona en una secuencia de etapas cualitativamente diferentes. Según Piaget, los niños no aprenden simplemente acumulando información, sino reestructurando sus esquemas mentales a través de la asimilación y la acomodación.
En Educación Primaria, los niños suelen pasar por la etapa preoperacional (2 a 7 años) y la etapa de operaciones concretas (7 a 11 años). Durante estas fases, el juego tiene un rol esencial. En la etapa preoperacional, los juegos simbólicos permiten representar y ensayar roles, lo cual favorece el desarrollo del pensamiento representacional. En la etapa de operaciones concretas, los juegos de reglas, de estrategia o los retos colaborativos contribuyen a fortalecer la lógica, la categorización y la comprensión de relaciones causa-efecto.
Así, las actividades lúdicas pueden ser diseñadas en el aula para fortalecer las estructuras cognitivas propuestas por Piaget, adaptándose al momento evolutivo del niño. Un ejemplo sería el uso de juegos de clasificación por atributos (color, forma, tamaño), que estimulan la capacidad de análisis y comparación, pilares del pensamiento lógico-matemático.
Albert Bandura y el aprendizaje social
Por otro lado, Albert Bandura aportó una mirada complementaria a través de su teoría cognitiva social, centrada en el papel de la observación, la imitación y la autorregulación en los procesos de aprendizaje. Para Bandura, los individuos no solo aprenden por la experiencia directa, sino también por observar las conductas de los demás y sus consecuencias, fenómeno que denominó aprendizaje vicario.
Desde esta perspectiva, los juegos en Educación Primaria pueden ser escenarios óptimos para que los niños desarrollen habilidades cognitivas y sociales simultáneamente. Los juegos cooperativos, por ejemplo, no solo requieren estrategias cognitivas, como la planificación y la anticipación, sino también la regulación emocional, la toma de perspectiva y el aprendizaje por modelado.
Un elemento central en la propuesta de Bandura es la autoeficacia, es decir, la creencia en la propia capacidad para afrontar con éxito determinadas tareas. El entorno lúdico ofrece oportunidades reiteradas para que los alumnos experimenten el éxito, aprendan del error, y desarrollen una actitud positiva hacia el aprendizaje, fortaleciendo su motivación intrínseca.
Juegos como mediadores de procesos cognoscitivos
Aplicar las teorías cognitivas del aprendizaje a la práctica educativa no significa limitarse a seguir las etapas evolutivas del desarrollo cognitivo de Piaget o replicar modelos conductuales. Implica diseñar propuestas pedagógicas que integren los procesos cognoscitivos y sociales que intervienen en la construcción del conocimiento. En este sentido, los juegos pueden ser vistos como mediadores cognitivos, capaces de activar zonas de desarrollo próximo, de facilitar la comprensión de conceptos abstractos y de promover el aprendizaje significativo.
Por ejemplo, un juego de resolución de acertijos en grupo activa simultáneamente el razonamiento lógico, la memoria de trabajo, la comunicación oral y la capacidad de colaboración. Al tratarse de una actividad con una finalidad clara y un componente emocional positivo, el cerebro del niño se encuentra en un estado de alta receptividad para aprender.
Principios del aprendizaje activo en la Educación Primaria
La aplicación de los principios del aprendizaje activo, siguiendo con las teorías cognitivas, refuerza la idea de que el alumnado es protagonista de su propio aprendizaje. Este enfoque promueve la experimentación, la manipulación, la indagación y el descubrimiento, características que los juegos en el aula potencian de manera natural.
El docente, desde esta perspectiva, asume el rol de mediador que organiza situaciones que estimulan los procesos de aprendizaje, fomenta la metacognición y ajusta los desafíos a las capacidades reales del grupo. Para ello, debe conocer los fundamentos de las teorías cognitivas, el momento evolutivo del alumnado y el valor formativo de cada juego propuesto.
Por todo ello, integrar las teorías cognitivas del aprendizaje al diseño de juegos en Educación Primaria es una vía muy eficaz para fomentar el desarrollo integral del alumnado. Tanto desde la mirada constructivista de Jean Piaget como desde la teoría social de Albert Bandura, se reconoce que el niño aprende activamente, a partir de la interacción con su entorno y de la reorganización constante de sus esquemas mentales.
Por esto los juegos no deben entenderse solo como herramientas didácticas, sino como contextos favorecedores para que el niño construya conocimiento, desarrolle sus procesos mentales, refuerce su autoeficacia y estimule sus estructuras cognitivas. Si el sistema educativo apuesta por una enseñanza verdaderamente significativa, activa y centrada en el niño, las teorías cognitivas seguirán siendo indispensables para orientar a los docentes.
Comprender cómo aprenden los niños y niñas, qué etapas atraviesan en su desarrollo cognitivo y cómo podemos estimular sus procesos mentales a través del juego, también es clave para prevenir y detectar dificultades de aprendizaje desde edades tempranas. En este sentido, formaciones como el Curso de Intervención Psicoeducativa ante Dificultades de Aprendizaje ofrecen al profesorado y a los profesionales de la educación herramientas concretas para aplicar los principios de las teorías cognitivas en el aula, adaptando las estrategias didácticas a las necesidades reales del alumnado y favoreciendo una enseñanza más inclusiva, eficaz y significativa.