La evaluación formativa como aprendizaje de calidad
La evaluación formativa es aquella que busca mejorar el proceso educativo de manera constante.
Esta evaluación nos permite conocer qué, cómo, cuándo y cuánto está aprendiendo el alumnado, lo que nos ofrece la posibilidad de ir regulando las estrategias, recursos y actividades para obtener mejores resultados.
Es decir, la finalidad de esta evaluación es el mayor aprendizaje posible del alumnado a través del diseño de estrategias que den respuesta a las necesidades detectadas.
Características de la evaluación formativa
Entre las características que presenta la evaluación formativa podríamos destacar las siguientes:
- Debe ser orientadora, reguladora y motivadora.
- Permite actuar antes los posibles errores que se hayan detectado.
- Ofrece la posibilidad de conocer la trayectoria que se tiene desde el principio con respecto a los objetivos establecidos.
- Tiene carácter procesual y continuo, permitiendo reorientar las actividades de forma permanente.
- Faculta modificar y perfeccionar tanto el proceso como el resultado del aprendizaje.
¿Cómo se lleva a cabo la evaluación formativa en los procesos de enseñanza y aprendizaje?
La evaluación no se trata de un proceso independiente, sino que se implementa dentro del proceso educativo paralelamente al desarrollo de unidades y programaciones didácticas.
Considera la evaluación como una parte del trabajo cotidiano que se da en el aula, utilizándola, como veníamos comentando, para ir reorientando en todo momento el proceso y tomando aquellas decisiones oportunas que puedan ofrecer más y mejores resultados en el grupo de estudiantes.
Este proceso nos permite obtener un feedback para llevar a cabo juicios que nos ofrezcan ese conocimiento sobre los logros reales que se están alcanzando y poder enfocarnos en la mejora de aquellos que no, adaptando o ajustando las estrategias, metodologías o actividades a las verdaderas necesidades del grupo. Por lo tanto, resulta una parte esencial que constituye el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Es una evaluación que favorece que se continúe desarrollando el aprendizaje de los alumnos como resultado de diferentes perspectivas: la experiencia, la observación y la enseñanza.
Importancia de la evaluación formativa
Para alcanzar un aprendizaje de calidad es indispensable que el mismo responda a las necesidades del grupo al que se dirige, las cuales van cambiando a lo largo del tiempo. De aquí surge la importancia de conocer qué ocurre en el proceso, identificar las necesidades que vayan surgiendo de forma continua y proponer soluciones acordes a las mismas.
Para que podamos obtener un buen resultado, es imprescindible el proceso. Debemos ser conscientes y otorgarle al proceso más importancia que al propio resultado ya que este es el efecto de un correcto transcurso. De esta manera podríamos afirmar que se convierte en un elemento de reflexión para alcanzar la mejora, en el cual hay que poner el foco.
Para realizar un correcto proceso de aprendizaje se establece una programación, previamente, que nos indique qué, como y cuando se va a trabajar a lo largo de un periodo de tiempo determinado. Sin embargo, como comentábamos las necesidades del alumnado pueden ser otras diferentes a las esperadas o, simplemente, pueden variar en el tiempo. Entra aquí el papel de la evaluación formativa que permite valorar si esta planificación se está llevando a cabo de acuerdo a aquello que se había planeado, si se están consiguiendo los resultados esperados, y, en caso de no conseguirse, si se debe a alguna modificación necesaria realizar.
Instrumentos de evaluación
La evaluación formativa debe proveer al docente de suficientes elementos de juicio para que este pueda obtener una valoración correcta y tomar las decisiones adecuadas con certeza.
No podemos confundir los recursos didácticos con los instrumentos de evaluación. Los primeros facilitan al discente su proceso de aprendizaje, los segundos, por su parte, son utilizados por el docente para recoger información sobre este proceso.
Para que esto sea eficaz el docente debe conocer las capacidades y debilidades de cada uno de sus estudiantes, qué metodologías les son más eficaces para alcanzar los aprendizajes, el ritmo que cada uno lleva, y sus dificultades, entre otras cosas. A partir de la evaluación podrá recibir una retroalimentación que deberá interpretar y de, ese modo, poder proponer, diversas medidas y actuaciones individuales que permitan reforzar sus aprendizajes y ayudar a su motivación.
Como hemos podido ver la evaluación es un elemento clave en el proceso educativo para determinar si se alcanzan las metas de calidad y qué habría que cambiar para cumplirla.