Analfabetismo
La UNESCO define alfabetización más allá de su concepto tradicional y refiere que es “un medio de identificación, comprensión, interpretación, creación y comunicación en un mundo cada vez más globalizado y digitalizado, rico en información y en rápido y permanente cambio”.
En este sentido Wagner (1990) alude a 3 niveles de alfabetización:
- Básicamente alfabetizado: es aquella persona que no puede leer, comprender ni escribir un texto breve, pero puede reconocer palabras y documentos de la vida diaria, y realizar tareas básicas como escribir su nombre.
- Medianamente alfabetizado: se refiere a aquella persona que puede leer un texto de forma comprensiva y escribir un texto breve con cierta dificultad.
- Altamente alfabetizado: es aquella persona que puede leer y escribir un texto de manera comprensiva cometiendo pocos errores.
El analfabetismo no sólo hace referencia a saber leer, escribir y nociones básicas de cálculo, sino también a lo que se conoce como analfabetismo funcional que se refiere a las personas que, aun teniendo nociones de lectoescritura y cálculo, no son capaces de utilizar esos conocimientos de forma eficiente en las situaciones de la vida cotidiana.
A pesar de que las cifras se redujeron entre los años 1990 y 2015, la UNESCO calcula que más 700 millones de personas en todo el mundo, de las que casi 500 millones son mujeres y niñas, son analfabetas. Es una problemática que está presente en todo el mundo, pero es en las naciones más pobres donde se manifiesta con mayor intensidad.
Esta diferencia tan significativa de los datos entre mujeres y hombres ahonda la brecha de género y lastra aún más a las mujeres a una posición de inferioridad, limitando de forma muy significativa la lucha por la igualdad de género. El analfabetismo contribuye al sometimiento de las mujeres en las sociedades machistas y patriarcales donde el empoderamiento de la mujer se ve como una amenaza y, por tanto, no se considera prioritario implementar acciones que contribuyan a mejorar esas cifras.
Para resaltar la importancia de la alfabetización como factor de dignidad y derechos humanos y con el objetivo de que la sociedad sea más instruida y sostenible, cada 8 de septiembre, desde 1967, se celebra el Día Internacional de la Alfabetización. Seguir concienciando sobre el valor que tiene educar y formar a la ciudadanía es fundamental para un desarrollo positivo de las naciones.
Todas las entidades que trabajan para reducir las cifras de analfabetismo coinciden en que apostar por la educación y capacitación de mujeres y niñas es una inversión rentable ya que se traduce en una mejor nutrición, salud y rendimiento económico para su núcleo familiar, su comunidad y, por ende, para sus países.
María José Hernando, miembro de Manos Unidas sostiene que “una mujer formada y educada tendrá las herramientas para cambiar el curso de su vida: probablemente se casará más tarde, tendrá hijos en edad adulta, llevará a sus hijos, y también a sus hijas, a la escuela y transmitirá sus conocimientos en su familia y en su comunidad”.
Trabajar para alcanzar la mayor tasa posible de alfabetización es importante ya que ayuda a erradicar la pobreza, controlar el crecimiento demográfico, reducir el abuso infantil, fomentar la participación de todas las personas en el mercado laboral y apostar por la igualdad entre mujeres y hombres.
El derecho a la alfabetización está implícito en el derecho a la educación de las niñas y niños reconocido en numerosas convenciones internacionales. Asimismo, la educación de calidad forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y aunque en los últimos años se han producido avances en esta línea, es importante seguir aunando esfuerzos para alcanzar el objetivo de una educación de calidad, inclusiva y accesible.