Calidad educativa
La educación es un proceso en el que existe una socialización por parte de varios individuos, habiendo un docente que presenta determinados conocimientos, y un grupo de alumnos que reciben los mismos con la intención de formarse en aprendizajes, valores y habilidades. Por tanto, podemos decir que se trata de un proceso de enseñanza-aprendizaje.
Este proceso debe caracterizarse por el aprendizaje real del alumnado, lo cual va a implicar una atención constante para realizar todas las modificaciones necesarias. Esto es lo que denominaríamos calidad educativa.
Resulta muy complejo dar una definición de calidad, y aún más cuando se refiere a educación. Para comprender el significado en su sentido más amplio podríamos utilizar la siguiente definición, como se indica en Schargel, 1997, como se citó en Gonzáles Ferreras, Frías Rubio y Gil de Gómez Herrero, 1999: “La calidad total en educación es un proceso que supone incidir en lo siguiente: cumplir y superar las expectativas del cliente, mejora continua, compartir responsabilidades con los empleados y reducir los desechos y la reelaboración” (p. 354).
Existen distintas definiciones sobre esta temática, sin embargo, tal y como señalan Vidal Ledo y Morales Suárez (2010) prácticamente todos coinciden en que se habla de calidad educativa cuando los objetivos planteados en el ejercicio educativo se alcanzan con éxito.
Atender esta calidad en el sistema educativo, es una realidad muy compleja de conseguir, ya que el propio sistema educativo es muy complejo, al estar conformado por múltiples subsistemas conectados, siendo todos ellos necesarios considerar.
Como expresa Delgado (2014) la calidad educativa debe seguir una serie de principios entre los que podemos resaltar:
- La estructura, configuración y adaptación del currículo del sistema educativo a las distintas aptitudes, intereses y necesidades individuales del alumnado.
- La garantía de aquellos requisitos que permitan a los docentes el desarrollo adecuado de su labor y su aprendizaje, tanto inicial como permanente, reconociendo su profesionalidad.
- La evaluación en relación a los estándares establecidos tanto del propio sistema educativo como de los centros y el alumnado.
- La consolidación de las instituciones educativas, que promuevan su independencia y la profesionalización del equipo directivo, y un sistema que vincule los resultados con el proceso.
- El establecimiento de las habilidades y características de los diferentes ámbitos educativos comprendiendo agentes educadores, el clima y la interacción escolar.
Hay algunos indicadores que nos pueden señalar que realmente se da existencia de calidad educativa.
Dos de ellos, que resultan indispensables, son la equidad y la inclusividad, entendiéndolos como aquellos que buscan atender las necesidades individuales de cada uno de los alumnos, ofreciéndoles las mismas oportunidades que les permitan superar con éxito la etapa escolar.
Otro indicador es la participación democrática, no solo permitiendo, sino también fomentando que todos los individuos participen en los procesos, de forma libre, responsable y con las mismas oportunidades y derechos.
El respeto y la tolerancia son un pilar esencial para toda la sociedad. Por ello, siendo la etapa escolar clave para el desarrollo humano, es tan importante que desde los primeros años de vida, se fomenten estos valores en el ser humano, aceptando las diferencias que puedan existir, sin que pueda darse ningún tipo de discriminación ni menosprecio.
Por último, es muy relevante resaltar que la educación no es de calidad, sino llega a conseguir que la misma sea de utilidad y tenga valor a lo largo de toda la vida de las personas. Por este motivo es que la educación no puede ser estática y seguir unos parámetros establecidos, sino que debe ir cambiando y adaptándose a cada etapa que se de en el momento.
Calidad es un término muy complejo que engloba múltiples realidades, y que, a su vez, es indispensable tenerlo como principal objetivo educativo para realmente alcanzar el éxito.