Heurístico
En psicología, un heurístico es una norma que regula el pensamiento y la conducta de forma involuntaria para afrontar un determinado problema con el fin de simplificarlo y poder resolverlo de forma más sencilla. Gracias a dicha habilidad no es necesario un análisis ante cada situación o experiencia, ya que estos heurísticos actúan como procesos cognitivos inconscientes que automatizan las decisiones y selecciona alternativas rápidamente. La heurística suele considerarse como una habilidad cognitiva para la toma de decisiones más fáciles.
Cuando los heurísticos nos dirigen hacia errores, se denominan sesgos cognitivos. A continuación, describimos algunos de esos sesgos cognitivos:
- Heurísticos de representatividad: en este sesgo se produce una deducción de la probabilidad de que un elemento pertenezca a una clase o patrón mediante el análisis de sus rasgos y acorde a nuestra experiencia previa. Por ejemplo, si al conocer una persona, esta habla sobre el cambio climático, se podrían deducir algunos patrones de comportamiento, rutinas de consumo o ideología.
- Heurístico de disponibilidad: este truco cognitivo se emplea para predecir la probabilidad de un evento, su frecuencia o la relación entre dos acontecimientos. Esta valoración se basa en el recuerdo personal de casos o experiencias similares. Por ejemplo, ante la pregunta ¿existen más vehículos negros o rojos? Si se recuerdan más coches rojos por los vehículos de nuestro entorno, es más probable afirmar que existen más coches rojos que negros.
- El falso consenso: es un sesgo cognitivo por el que exageramos el grado de acuerdo de otras personas con el criterio o argumentos propios, deduciendo creencias, opiniones y pensamientos acordes a los propios y creando un falso consenso. Por ejemplo, exagerando el número de personas que votan a un determinado partido, le gusta un deporte o han vivido una infidelidad según la experiencia y gustos personales.
- Heurísticos de simulación: es la tendencia a predecir la probabilidad de un hecho basándose en la habilidad para conjeturar o recrearlo. Un ejemplo clásico se puede identificar en la entrega de trofeos al ver el podio deportivo en la que el segundo clasificado imagina cómo habría sido quedar primero con una expresión de resignación y el tercer clasificado imagina haber quedado cuarto y fuera del podio, por lo que su alegría es mucho mayor que la del segundo puesto.
- Efecto Dunning-Kruger: es el sesgo que altera la autopercepción de las habilidades en un campo, por el cual las personas se consideran más habilidosas o capaces de lo que son en la práctica. Esto se debe a la incapacidad cognitiva de reconocer la propia ignorancia, ya que afectaría a la confianza y autoestima. Por el contrario, las personas expertas en un tema creen, erróneamente, que otros tienen mayor habilidad o conocimientos que ellas.
- Ilusión de control: es la idea de que se puede influir o cambiar acontecimientos que no dependen del comportamiento de la persona. Esas supersticiones o rutinas crean un marco de seguridad y comportamiento. Por ejemplo, rituales o rutinas previas a una competición deportiva o representación artística.
- Sesgo de disconformidad: es la tendencia criticar los datos que contradicen nuestras ideas, mientras que se asume aquella que es congruente con nuestras creencias. Así, se produce una selección por la cual las personas perciben lo que quieren en los mensajes de los demás o de los medios de comunicación.
- Efecto Forer: es la predisposición para aceptar descripciones personales vagas y generales como aplicables y personalizadas, sin percatarse que dicho análisis puede aplicarse a la mayoría de las personas. Este efecto se presenta en numerosas pseudociencias como la astrología, el horóscopo, la lectura de cartas, el análisis energético, etc. Numerosas investigaciones confirman que no deben considerar herramientas terapéuticas válidas.
- Efecto halo: este sesgo se puede identificar en personas conocidas de las que solo se conoce un rasgo y se les atribuye otras características sin información real o pruebas. Por ejemplo, se suele pensar que las personas atractivas se alimentan mejor que personas consideradas menos agraciadas físicamente.