Los principales componentes de la inteligencia emocional
¿Qué es la inteligencia emocional?
Cuando hablamos de inteligencia emocional es imprescindible hablar de Daniel Goleman, este afamado psicólogo americano publicó su obra inteligencia emocional en 1995 y popularizó el término que ya otros psicólogos habían mencionado en sus obras. En palabras de Goleman (1996) “en cada uno de nosotros se solapan dos mentes distintas: una que piensa y otra que siente”. Goleman define la inteligencia emocional como un conjunto de habilidades que nos permite tomar las riendas de nuestros impulsos emocionales, comprender los sentimientos más profundos de nuestros semejantes y manejar amablemente nuestras relaciones.
La inteligencia emocional se define como la capacidad que tiene el ser humano para gestionar la emoción de manera proactiva, es decir, actúa como una herramienta para mejorar el razonamiento y la toma de decisiones teniendo como eje las emociones. El autor Goleman conecta las características de la inteligencia emocional con el liderazgo.
Esto quiere decir que no vale con poseer cualidades de competencias prácticas e intelectuales sino que hay que saber gestionar las emociones para situarse en cargos ejecutivos. Por ello, identifica y argumenta los cinco componentes de la inteligencia emocional para llevar a cabo. Practicar la inteligencia emocional supone entregarse, conocer y abrir la mente a nuevas habilidades que puedes desarrollar. Veamos cuáles son las ramas que componen la inteligencia emocional.
¿Cuáles son los principales componentes de la inteligencia emocional?
De acuerdo a lo anterior, veamos los componentes de la inteligencia emocional divididos en cinco campos, siendo estos: autoconocimiento, autorregulación, empatía, motivación y habilidades interpersonales. Estos componentes nos ofrecen una mayor potencialidad, autoconocimiento y seguridad para gestionar con éxito las adversidades del día a día. Seguramente, hayas oído hablar de estos conceptos pero normalmente se hace un uso erróneo sin comprender la práctica y sin captar la esencia de su uso.
Autoconocimiento emocional
Hace referencia a la capacidad para reconocer nuestras propias emociones y cómo afectan a nuestro estado de ánimo. Es tan difícil lograr conocernos a nosotros mismos y actuar en consecuencia. Por tanto, si es complejo saber las prioridades en cada instante, mucho más lo es ser consciente de nuestras propias emociones. Todo va en cadena: un estado emocional condiciona nuestra conducta, pensamientos y estado de ánimo. Por ello, es esencial conocernos a nosotros mismos, aprender de los fallos e intentar mejorar.
Quien posea la auto-conciencia tendrá la capacidad de identificar sus propias fortalezas y debilidades. Además de conocerlas junto a sus emociones, nos llevará a ser consciente del efecto que estas tienen en otras personas. Las personas con esta habilidad bien desarrollada muestran: confianza en sí mismos, una autoevaluación realista y un sentido del humor autocrítico.
Autorregulación emocional
Dentro de los componentes de la inteligencia emocional, este hace referencia a la habilidad de autocontrol sobre nuestros sentimientos en un momento dado. Se trata de pensar antes de actuar. Es la capacidad de reflexión y la habilidad de controlar los impulsos que tengamos ante ciertas situaciones. La autorregulación forma parte de tus capacidades y es clave para ser más hábiles emocionalmente.
El ejemplo perfecto se puede ver en los niños pequeños cuando les cuesta dominar su enfado por cualquier cosa que les haya molestado. En estas edades se presentan estas conductas debido a que sus áreas cerebrales relacionadas con el autocontrol de las emociones no están lo suficiente maduras. Sobre los 7 años comienzan a controlas estas situaciones, siempre y cuando, les dirijan al autocontrol.
Automotivación
Es la habilidad para dirigir las emociones hacia las metas en vez de contra los problemas. Es mantenerse motivado en la consecución de los objetivos. Significa tener una mentalidad emprendedora y positiva ante las adversidades ya que es el mejor motor para la mente y el corazón.
Cuando pasamos por una mala racha, la automotivación va a ser el empuje que nos haga falta al ser una fuente de superación personal. Es lograr alguna meta independientemente de las adversidades. Quienes tengan esta capacidad, ven oportunidades de salir a la acción mientras que otros no pueden. La motivación anima a ser mejor persona cada día y a enfocarse en lo más importante.
Empatía
Se trata de saber cómo se siente la otra persona por sus expresiones, gestos, etc… Las personas con alta empatía fomentan y retienen talento con mayor facilidad, muestran una sensibilidad interpersonal e intercultural, por lo que parece que tendrán más éxito en trabajos que implique trato con el cliente. Es uno de los componentes de la inteligencia emocional más necesarios en el liderazgo y en la sociedad.
Es crear un vínculo con quien tenemos enfrente pero sin dejar de ser nosotros mismo, un apunte bastante importante ya que a veces nos excedemos en la empatía y nos olvidamos de nuestra persona. Hay que saber leer las emociones y gestos del otro pero manteniéndonos en nuestro compostura firme y sabia, siendo un apoyo y ayuda.
Habilidades sociales
Las relaciones interpersonales son clave para el desarrollo personal y profesional. Es evidente que mantener relaciones sociales saludables repercute positivamente en nuestra vida. Ser simpático ayuda, ser comunicativo de manera asertivo, ayuda. Las personas con altas capacidades sociales son más eficaces a la hora de liderar cambios o persuadir a otras personas, por lo que serán buenos gestores de equipos de trabajo.
Esta última pieza de los componentes de la inteligencia emocional sostiene a los cuatro anteriores ya que sin las habilidades sociales, el resto se cae. Podemos llegar a ser nuestro propios enemigos si no llegamos a ser asertivos, no comunicamos, no respetamos a nosotros mismos o nos falta paciencia o compasión. Para tener habilidades sociales con los demás, primero tiene que haber una buena relación contigo mismo porque es el reflejo de cómo trates al resto.
Para concluir, aunque en un principio estos cinco componentes de la inteligencia emocional nos pueden parecer áreas diferenciadas y con una serie de dinámicas exclusivas en las que aprender a ser solventes, cabe decir que no es del todo así. Son 5 piezas de un puzle, son 5 raíces de un mismo árbol. Son arterías que dan vida a ese corazón que habita en nuestro cerebro y que nos permite a fin de cuentas, sentirnos más competentes y más felices.
Texto escrito por Juan Pablo Martínez Doñate