Por qué necesitamos trabajadores sociales en la escuela
Actualmente, el sistema educativo afronta numerosos desafíos. Entre ellos, la falta de recursos para cubrir todas las necesidades, los recortes presupuestarios, la disminución de maestros y profesores de apoyo, la escasez de personal especializado y la insuficiente atención a los colectivos minoritarios (alumnado con necesidades educativas especiales, alumnado con diferentes orígenes y valores culturales, niños/as que no conocen el idioma, minorías étnicas, alumnos en situación de riesgo de exclusión social, que han sufrido un desahucio o viven situaciones de pobreza o vulnerabilidad, o alumnado LGTBI).
El alumnado es cada vez más diverso. En un mundo globalizado, nuestras sociedades son cada vez más multiculturales. En un contexto de crisis, la desigualdad también aumenta, y las situaciones de exclusión, los desahucios o la pobreza energética también irrumpen en la escuela. El profesorado trata de enseñar las materias y cumplir con el currículo establecido, a 25 o 30 alumnos que viven situaciones y problemáticas de lo más variopinto. Esto termina dejando a numerosos niños y niñas "en la cuneta".
La aportación del trabajo social en el sistema educativo
El sistema educativo cuenta con trabajadores sociales en los Equipos de Orientación Educativa y Psicopedagógica (EOEP), pero el número es extremadamente reducido para las necesidades del sistema. Estos equipos abarcan un área territorial muy extensa, en ocasiones con muchos centros educativos a su cargo, por lo que no pueden realizar una intervención directa y personalizada con todos los alumnos que lo necesitan. La figura del trabajador social debería existir en todos los institutos y colegios, para poder prestar una atención real a todo el alumnado.
El trabajo social escolar puede constituir un apoyo para el centro educativo, contribuyendo a abordar situaciones de vulnerabilidad social, facilitando la integración del alumnado perteneciente a minorías, detectando de situaciones de riesgo (maltrato infantil, abuso sexual, problemas emocionales, problemáticas sociofamiliares), y favoreciendo la participación de las familias.
Funciones del trabajador social en el aula
Algunas de las funciones y tareas que puede realizar un profesional del trabajo social en colegios o institutos son las siguientes:
- Detectar situaciones de riesgo social y orientar a las familias y al personal de la escuela.
- Aportar la perspectiva social en los claustros de profesores, a la dirección del centro, a los maestros que lo precisen, o al Consejo Escolar, mejorando el trabajo interdisciplinar con el alumnado.
- Mediación intercultural: con el alumnado migrante, con sus familias, con niños y niñas que tengan diferentes orígenes culturales, con el alumnado perteneciente a minorías étnicas, favoreciendo el entendimiento y la convivencia.
- Intervención en casos de bullying o acoso escolar, en coordinación con otros profesionales. Diseñar e implementar programas para la prevención y el abordaje del acoso escolar.
- Orientar a las familias sobre servicios y recursos y derivar al alumnado que lo precise (sistema sanitario, servicios sociales, psicólogo, comisión de absentismo escolar, etc).
- Trabajar de forma coordinada con los profesionales de dichos servicios: coordinación con el psicólogo, el psiquiatra, el trabajador social del centro de tratamiento de adicciones, la trabajadora social del Centro de Servicios Sociales, la educadora social de la asociación juvenil, los profesionales del programa de absentismo, etc.
- Favorecer la participación del alumnado y de sus familias, con especial énfasis en las familias y alumnos con más dificultades para su inclusión (por motivos de discapacidad, etnia, desconocimiento del idioma, diferencias culturales u otros).
- Enlace con asociaciones del barrio y con recursos públicos de la zona, que puedan ofrecer actividades de interés (prevención del consumo de drogas, de promoción de la salud, educación sexual, actividades de ocio y tiempo libre, apoyo escolar u otros servicios).
Profesores quemados y el apoyo del trabajador social
Numerosos estudios han recogido las dificultades que atraviesan los profesores en el ejercicio de la enseñanza. Esto sucede en todas las etapas educativas, pero muy especialmente en Educación Secundaria. En 2011 un estudio de UGT señaló que más de la mitad de los profesores sentían un nivel de estrés medio-alto por la falta de respaldo de las familias ante los problemas de disciplina y por tener que “enseñar a personas que no valoran la educación”, “presenciar agresiones entre alumnos” y “sufrir agresiones verbales y desconsideraciones” por parte de los alumnos. Gil-Monte (2016) subraya el elevado riesgo psicosocial de estos docentes, el riesgo de desarrollar problemas de estrés o burnout, y las estrategias de afrontamiento que emplean (reducir su implicación en su trabajo y en la atención al alumnado, para evitar el desgaste, o padecer sentimientos de culpa por no estar realizando bien su trabajo, lo que da lugar a un aumento del absentismo laboral).
El apoyo de un trabajador o trabajadora social permitiría reducir la presión sobre el profesorado, permitiendo abordar situaciones de conflicto, indisciplina o agresividad, la intervención con los adolescentes con conductas de riesgo, la mediación con las familias y la coordinación con otros profesionales.
Experiencias de trabajo social escolar en otros países
- Alemania: Alemania cuenta con trabajadores sociales en centros educativos desde los años 70. Los “Schulsozialarbeit” apoyan a los estudiantes en muchos aspectos, prevención de situaciones de riesgo, abordaje de problemas sociofamiliares que afectan al aprendizaje, resolución de problemas escolares o personales, o dificultades con las relaciones sociales, centrándose en los recursos y fortalezas del estudiante.
- Estados Unidos: muchos colegios e institutos disponen de trabajadores sociales. Existe un organismo de defensa del trabajo social escolar: the American Council for School Social Work (Consejo Americano de Trabajo Social Escolar), al que pueden asociarse los profesionales. Esta institución aboga por extender el trabajo social en centros educativos, y apoya a los trabajadores sociales en su labor con estudiantes, escuelas y familias, con el fin de superar barreras sociales, sistémicas, económicas o de salud mental, que constituyan un obstáculo al aprendizaje. Trabajan también con cuestiones como el bullying, consumo de alcohol, embarazo adolescente, divorcio en la familia, ideación suicida o procesos de duelo.
- Canadá: en este país los trabajadores sociales escolares llevan a cabo numerosas funciones: apoyo al personal de la escuela y a las familias, orientación individual al estudiante, apoyo y orientación familiar, trabajo social con grupos, mediación entre la familia y el centro educativo, prevención del absentismo escolar y programas de desarrollo comunitario. Abordan todo tipo de problemas, dificultades sociales o emocionales, transiciones vitales, riesgo de abandono escolar, consumo de sustancias, embarazo adolescente o dificultades de aprendizaje.
- Australia: esta nación oceánica cuenta con una larga tradición de casi 70 años de trabajo social escolar (Barret, 2014). Este ámbito de actuación fue uno de los que primero se desarrolló en la práctica del trabajo social australiano, en algunos casos existiendo una trabajadora social en cada escuela, en otros con profesionales compartidos que iban visitando las escuelas de forma alterna. Tradicionalmente emplean un enfoque ecológico que abarque todos los ámbitos y entornos de referencia del alumnado, centrándose en la prevención de situaciones de riesgo e intervención precoz, el asesoramiento y apoyo de niños, adolescentes y familias, la orientación al profesorado, el trabajo grupal, el asesoramiento sobre la elaboración de las normas escolares proponiendo cambios si es necesario, y construyendo relaciones entre la escuela, la familia y la comunidad.
- Puerto Rico: en este país, la figura del trabajador social está presente en la escuela desde 1920, con las Maestras Visitantes (Viana, 2014). En 2012 el país contaba con 1800 trabajadores sociales en las escuelas. Estos profesionales fomentan las capacidades individuales de los alumnos, les ayudan a conocer y aprovechar los recursos sociales existentes en la zona, detectan situaciones de violencia o maltrato, ofrecen orientación y asesoramiento a la escuela, median en situaciones de conflicto, abogan por los derechos del estudiante y su familia, y trabajan en colaboración con profesionales de otras instituciones.
El trabajo social escolar en España
Las introducción del trabajo social en el ámbito educativo en España comenzó en los Centros de Educación Especial a través de la formación de Equipos Multiprofesionales en los años 70 (Fernández y Ponce de León, 2014). Actualmente, en nuestro país los trabajadores sociales educativos suelen estar integrados en los Equipos de Orientación Educativa y Pedagógica (EOEP), junto con profesionales de otras disciplinas, como la psicología, la pedagogía o la orientación educativa. Sin embargo, la escasez de recursos, los recortes en la plantilla de profesionales de estos equipos, la necesidad de que cada equipo se haga cargo de atender a numerosos centros educativos, ha dado lugar a que el acceso del alumnado a los EOEP, y la intervención social escolar directa con el alumnado y la familia haya quedado severamente mermada.
El trabajo social escolar es fundamental para mejorar las posibilidades de aprendizaje de numerosos alumnos, reducir el efecto de las desigualdades socioeconómicas entre unos estudiantes y otros, disminuir el riesgo de fracaso y abandono escolar del alumnado más desfavorecido, favorecer la integración de los alumnos migrantes o pertenecientes a minorías, mediar entre la familia y la escuela, favorecer la participación de las familias, abordar las situaciones de conflicto entre alumnos, orientar y asesorar al profesorado y al centro educativo aportando la perspectiva social. En un contexto social complejo, es fundamental tener en cuenta la importancia de la intervención social en la escuela para mejorar el aprendizaje, el rendimiento académico y la integración escolar. Es necesario continuar avanzando en la presencia de estos profesionales en los centros educativos, y posibilitar el trabajo directo con el alumnado, la familia y el profesorado.
Texto escrito por Carmen Alemany Panadero.