Moral heterónoma
Desde que nacemos, somos libres. De uno u otro modo, y aunque a veces depende de factores externos -como la cultura-, somos capaces de vivir en libertad. Sin embargo, existen algunos momentos de la vida en los que dependemos, al cien por cien, de lo que los demás tienen pensado para nosotros. Hablamos, por ejemplo, de los primeros años de nuestra infancia. En ellos, tiene más importante que nunca lo que conocemos como moral heterónoma.
¿Sabes qué es la moral heterónoma y por qué es la antítesis de la autonomía? ¡Te lo contamos a lo largo de este post! ¿Nos acompañas?
¿Qué es la Heteronomía?
Vamos a comenzar por la base: ¿Qué es la Heteronomía?
La Heteronomía es, según la RAE, “la condición de la voluntad que se rige por imperativos que están fuera de ella misma”. Dicho de otro modo: la heteronomía es la ausencia de voluntad autónoma en una persona, así como la necesidad de esta de regir sus comportamientos y actuaciones de acuerdo a las normas que le interpone otra persona u otro poder.
Para comprender mejor qué es la Heteronomía, puede ayudarte conocer algunos ejemplos de moral heterónoma. Una persona heterónoma es aquella que vive de acuerdo con las normas que terceros le imponen, sin pensar por sí misma o sin tomar decisiones por su propia voluntad. Por ejemplo, de cierto modo, una persona presa podría ser un ser heterónomo de cierta manera. Aunque sí tenga capacidad para tomar decisiones por sí mismo, no vive de este modo sino de acuerdo con las normas impuestas por otros (la Ley, en este caso).
Otro de los ejemplos de moral heterónoma que veremos más adelante es la de los niños y niñas de corta edad. Cuando nacemos -y unos cuantos años después-, no somos capaces de tomar decisiones de manera autónoma: vivimos de acuerdo a lo que nuestros padres y nuestro círculo nos impone.
¿Qué es la moral autónoma y heterónoma?
Una vez que hemos podido delimitar qué es la Heteronomía, seguro que comprendes mejor su oposición con la Autonomía, ¿verdad? Así, encontramos que la moral autónoma es aquella en la que uno mismo interpone sus propias normas morales. Por otro lado, la moral heterónoma es aquella que nos viene impuesta; es decir, que las normas morales proceden de otro.
En la Revista de Psicología de la Universidad de Santiago de Chile, la psicóloga María Gabriela Sepúlveda Ramírez ofrecía un Estudio sobre la Autonomía Moral. En él, podemos encontrar la importancia de que el ser humano, con el paso de los años, se convierta en un ser autónomo, ya que es lo que nos permite pensar por nosotros mismos, conformar nuestra identidad y personalidad y, por supuesto, desarrollarnos y crecer. Sin embargo, el proceso para lograr una autonomía moral no es tan sencillo. La autora nos ofrece la siguiente reflexión:
El sí mismo autónomo logra su identidad de forma reflexiva, identificándose como un individuo que mantiene una cierta continuidad en el tiempo y que se distingue por una historia de vida única, en un contexto interaccional determinado. (Sepúlveda, 2003, pp. 27-35)
Como vemos, la moral autónoma es aquella que nosotros mismos nos conformamos, interponiéndonos las normas y directrices que consideramos correctas. Sin embargo, para llegar a ello necesitamos reflexión, autoconocimiento, identificación propia y tiempo -mucho tiempo-. ¡De ahí entendemos que la moral de un niño siempre vendrá interpuesta por el entorno! Esto es lo que conocemos como moral heterónoma en niños.
Moral heterónoma en niños y niñas, una realidad
Tal y como te hemos avanzado, un niño o una niña no pueden haber desarrollado una moral autónoma. Y no solo por su corta edad -que también- sino porque nacemos siendo dependientes (de nuestros padres, familiares, maestros…) y el aprendizaje y el aumento de nuestras capacidades conlleva un proceso paulatino. ¡Dentro del que encontramos la conformación de nuestra propia moral!
La moral de los niños/as es una moral heterónoma porque no disponen de las herramientas necesarias para tomar decisiones por ellos mismos. Así, cumplirán normas y directrices que les vengan impuestas por otros; bien sean sus padres o sus maestros. Como decimos, nacemos siendo dependientes (heterónomos); pero maduramos llegando a ser personas completamente autónomas. ¡Con la autonomía moral que nos caracteriza!
En concreto, dentro de la infancia, podemos observar las dos partes diferenciadas:
- De los 3 a los 8 años, encontramos la fase heterónoma. Los niños/as ya son conscientes de que reciben normas y directrices que deben cumplir (normalmente, de comportamiento). Sin embargo, no tienen la capacidad de decidir por ellos mismos; simplemente, la de acatarlas.
- A partir de los 9 años, encontramos la fase autónoma. El niño/a ya sabe que, para comportarse correctamente, debe cumplir unas normas. Sin embargo, también sabe que depende de sí mismo/a el hecho de cumplirlas o no. ¡Tiene cierta potestad de comportamiento!
*Estas etapas de edad son orientativas, ya que dependerá del grado de madurez y desarrollo de cada infante.
Ya conoces qué es la moral heterónoma, qué es la moral autónoma y por qué los niños/as siempre dispondrán de la primera. Sin embargo, todavía puedes adentrarte mucho más de lleno en este tema. ¡Puedes profundizar en el conocimiento de la mente y la moral del alumnado!
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