Viajar como lección de vida
¿Te imaginas pasar la mayor parte del año trabajando para después dedicar todos tus ahorros a viajar en familia por el mundo? Ese mismo estilo de vida es el de Melissa Noble, que ahora repite con sus hijos lo que una vez vivió con sus padres durante la infancia y adolescencia. Según cuenta, cuando terminó el instituto ya había visitado una docena de países.
"Mis padres nunca fueron especialmente ricos, pero los ahorros que tenían solían gastarlos en viajar y en crear recuerdos para toda la vida" asegura Noble, que también dice haber seguido los pasos de su familia una vez se independizó. "En la veintena, seguí tachando países de mi cada vez más extensa lista de cosas que hacer antes de morir. Mi novio y yo trabajábamos duro durante varios meses haciendo trabajos ocasionales, como camareros o paisajistas, y luego nos gastábamos todos nuestros ahorros en ver mundo".
La joven australiana es ahora madre de tres pequeños, y, junto a su pareja, se dedica a llevarlos por todos los rincones del mundo. "Hace ocho años tuvimos nuestro primer hijo, y nos ha acompañado en cada aventura. Se ha maravillado con las vistas de Ciudad del Cabo desde Table Mountain, ha paseado por el río Sena y ha devorado un crep cerca de la Torre Eiffel. Ha montado en un autobús rojo de dos pisos en Londres, y se ha dado un festín de tortitas con el sirope de arce más delicioso del planeta en Canadá", cuenta Noble en su blog. Y es que, esta es, según asegura, la mejor manera de formar a sus hijos para el futuro.
El aprendizaje de por vida que supone viajar en familia
Exponer a sus hijos a otras culturas desde edades tempranas le ayuda en la crianza de personas tolerantes y respetuosas ante las diferencias, libres de los prejuicios impuestos por una sociedad cada vez más individualista. Como asegura Noble, "queremos que nuestros hijos aprendan a acoger y celebrar la diversidad y a mostrar compasión por quienes son menos afortunados que nosotros".
Este mismo aprendizaje se expande a todos los ámbitos, pues no solo aprenden a interactuar con otros, sino también consigo mismos. Situaciones inesperadas como retrasos en los vuelos o cambios de planes enseñan autocontrol y resiliencia, ayudando a canalizar la frustración de manera sana y mantener una actitud positiva.
Si hay algo indudable de esta forma de aprendizaje, es que aquellos niños que tienen la oportunidad de viajar en familia crecen como personas con mayores habilidades sociales, son capaces de entender mejor conceptos abstractos al haber vivido en su propia piel ciertas experiencias, y desarrollan más empatía y comprensión hacia las diferentes circunstancias de la vida. No solo esto forma parte del desarrollo personal, sino que el viajar en familia es clave para forjar lazos familiares más estrechos, mejorando la relación paterno o maternofilial y ayudando a conseguir una relación basada en la comunicación y el respeto.
Historia y biología, de la mano en cada aventura
Viajando en familia se adquieren también conocimientos académicos, pues el visitar otros lugares del mundo es acercarles a la historia, dejar que vivan ante sus propios ojos lo que normalmente solo se aprende mediante libros de texto. A través de visitas a museos, monumentos históricos o paisajes únicos y desconocidos, se puede comprender la relación entre nuestro pasado y el entorno. ¡Mejor vivirlo que solo escucharlo!
Además, la concienciación medioambiental forma parte del currículo del viajero. Un buen trotamundos siempre sabrá ser respetuoso con aquello que le rodea, especialmente con la naturaleza, pues la responsabilidad hacia el planeta debe siempre tener la prioridad que merece.
El dinero no lo es todo
Para la australiana, todo aquel dinero que no vaya destinado a lo imprescindible del día a día se reserva para las aventuras en familia. "Hemos decidido dar prioridad a los viajes frente al gasto en colegios privados para nuestros hijos", admite. "Al igual que con mi educación, pensamos enviar a nuestros hijos a colegios públicos y gastar el dinero extra que tengamos en otro tipo de educación, una que creemos que tiene un valor incalculable. Al fin y al cabo, viajar es la mejor educación que existe".
Definitivamente, la familia de Noble apuesta por dejar atrás las vacaciones familiares convencionales y reemplazarlas por esa doble enseñanza académica y personal que supone recorrer el mundo desde tan jóvenes. "Para nosotros, es una inversión", asegura.
Otra forma de aprender sobre diferentes culturas y retarse a uno mismo es vivir o estudiar en el extranjero un tiempo. No solo pondrás a prueba tus aptitudes personales, sino que también puedes tener la oportunidad de aprender un nuevo idioma o descubrir una pasión oculta. ¿Te atreverías a seguir el ejemplo de esta familia?